Es demasiado.
Por eso valoro íntima y profundamente este libro. Es un mundo fantástico e inabarcable construido con tres herramientas: puñaditos de palabras, dos talentosas imaginaciones, y la complicidad de la imaginería de los lectores. Somos nosotros quienes elegimos compartir la maravilla, abandonarnos a la curiosidad y quizás, creer el gambito mentiroso escondido en algunas de las citas, decidiendo que el mundo que nos cuentan, existe cad

Me refiero a “Cuentos breves y extraordinarios”, firmado por un par de amigos, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Un delicioso muestrario, una especie de “Manual del Ilusionista” y a la vez, una cátedra del relato breve.
Inicien el ritual: siéntense cómodamente, olvídense la fecha y el clima, abran el libro, y piénsense por un momento espectadores de la historia. Permítanse la libertad de imaginar un fumadero de opio, el desierto norafricano, o el palacio del emperador amarillo; déjense sentir el peso de la armadura de un arquero chino, o los aromas ácidos y las imágenes impecables de la Inglaterra victoriana. Miren sus personajes. Busquen, como hice yo, en los recuerdos que junté a lo largo de esa parte de la vida en la que la aventura pasa “detrás de mis frontales” (como dice Silvio). Y los “Cuentos breves y extraordinarios” serán una fabulosa hoja de ruta... una hoja de ruta erudita y a la vez provocadora, una muestra de lo que hay por leer y de lo que se puede escribir. Una biblioteca mínima y mágica.
Y digo esto porque este libro, aparte de brindar el delicioso placer de la lectura, plantea también el desafío del “¿Por qué no?”. Y es tan lindo contar historias...
Y debo ser breve... ¡¡¡Búsquenlo!!!.